Soy docente por elección. Profesor en Castellano, Literatura e Historia. Trabajo actualmente en el IES de Pampa del Infierno. Tengo varias obsesiones: los libros, los perros, la familia, mis alumnos y el cine. Me gusta viajar, conocer gente y lugares. Celebro la amistad, un buen vino, la sobremesa y las palabras. Este espacio busca dialogar con todos aquellos que en algún momento fueron mis alumnos, hoy padres, hoy colegas, hoy amigos...
viernes, 30 de agosto de 2019
PENSAMIENTOS LIBERTARIOS…
Se me ocurre
pensar en estos días patrios algunas cuestiones sobre la libertad. Será quizás
resultado de los años y de la incertidumbre que agobia al mirar en derredor,
donde esta realidad parece cada vez más ficticia y los valores se caen a
pedazos.
Vísperas de
9 de julio, otrora fiesta general en los pueblos de mi Chaco, hoy un reconto de
ausencias, silencios y excusas. “Las fiestas patrias ya no son las de antes…”
escucho al pasar a un señor septuagenario, quien parece tener condiciones
telepáticas.
Año 2019,
vísperas independentistas. La memoria me trae la figura de San Martín: desde su
puesto de gobernador de la provincia de Cuyo, soñando con el cruce de los
Andes, presiona para que se lleve a cabo de forma urgente un congreso General
que pudiera dictar una constitución y declarar la Independencia. Había dicho a
Godoy Cruz, diputado por Mendoza en el congreso de Tucumán: “…en
definitiva, amigo, seamos libres, lo demás no importa nada…”. Suenan
muchos nombres: Laprida, Fray justo Sta. María de Oro, Paso, pero ninguno con
la dimensión de nuestro libertador correntino. San Martín. Pienso en su
espíritu de abnegación en tiempos en que los egos y la vanidad son el almuerzo
cotidiano de dirigentes y políticos, y cuan inconmensurable se vuelve el héroe
de Yapeyú.
Pero
hablemos de libertad. O de intenciones libertarias en tiempos de igualdad de
género, de superficialidad y liviandades políticas, de búsqueda de valores
perdidos, de ficciones democráticas y otras yerbas. Sabemos que el término
libertad alude literalmente no depender de nadie, a decidir en forma libre y
soberana sobre cuestiones personales o de conjunto, pero esto ¿es realmente
así? Pensemos algunos ejemplos en nuestra vida cotidiana: ¿Puede acaso un
pequeño comerciante, en su afán de forjarse una vida más plena para él y sus
hijos, competir con un hipermercado 30 veces más grande? ¿Puede ejercer su
libertad un empleado que ha obtenido un puesto por dádiva política y trabaja
bajo presión constante de su empleador? O acaso podemos hablar de libertad
cuando sabemos que la ley generalmente es válida para los ladrones de gallina
y, como dijo Jauretche, se parece más a una tela de araña, donde quedan
atrapados los insectos más chicos y la rompen los avispones más grandes. La
idea del libre albedrío solo suena a teoría fría y alejada de la realidad, una
utopía en el horizonte como dijo Galeano. Digámoslo con todas las letras,
aunque duela decirlo: Hoy la libertad es ficticia para aquellos que soñamos con
una sociedad más justa e independiente, para aquellos que todavía creemos en la
política cuando todo en derredor se desintegra y se evapora, para aquellos que
vemos en la educación el único camino que nos lleve a esa tan ansiada
independencia, ya sea moral, ideológica o económica, para los que aún confiamos
en la amistad a pesar de fracasos, decepciones y traiciones.
Vivimos en
una sociedad narcotizada, dopada por los medios masivos, por los aparatos de Tv
y los celulares, por las famosas “FAKE NEWS” que configuran nuestra vocación dependentista;
Esta realidad que hoy nos supera en la mayoría de las áreas de la vida, tiene
mucho de ficción porque nosotros así lo dispusimos. Nos fuimos acostumbrando a
decir que si a todo, sin cuestionar nada, nos diagramaron para ser obsecuentes
compulsivos y gerentes de nuestra propia esclavitud. Nos hicieron creer que el cipayismo, la meritocracia y el respeto a
los de saco y corbata era el único camino a seguir. Nos impusieron una
superestructura basada en la famosa “Civilización y Barbarie” allá por mediados
del siglo XIX que, aún hoy, sigue más vigente que nunca. No aprendimos mucho desde el 9 de julio de
1816. Pero discúlpenme, me resisto a esta sociedad con vocación cipayista. Amo
la libertad, como amo las motocicletas; mi sentido de libertad implica espacios
abiertos, mentes abiertas, sociedades abiertas, instituciones abiertas.
Pensemos una educación de este tipo, ya que aquellos alumnos que formamos deben
ser reflejo de esta mirada, deben ser continuadores de un camino marcado por la
apertura y la sensación de porvenir, debe implicar una lucha denodada contra
esas otras realidades tristes pero concretas, una lid sin cuartel en defensa de
las convicciones, de la dignidad como persona y saber que uno solo es libre
cuando puede hacer uso de esa libertad en todos los aspectos de su vida.
Déjenme soñar, como ciudadano, como docente, como ser humano, que ser libre no
es solo un concepto abstracto y que, parafraseando a Juan Ramón Jiménez, esa
flor que encontramos en medio del campo, en su simpleza, humildad y vida breve,
pueda ser el ejemplo sencillo de la nuestra.
Fabián
Mancilla, 05 de julio de 2019.
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